La victoria de los Talibanes


Francisco Homero Aguirre Ayala

Ante la toma de la capital de Afganistán, Kabul, y la salida del país del presidente Ashraf Ghani Ahmadzai, podemos declarar que el gobierno en ese país pertenece a Abdul Ghani Baradar, líder del grupo Talibán.

El grupo ya conocía la ruta para llegar al poder político en el país asiático. En 1996 tomaron la capital por el mismo medio y se establecieron como gobierno por más de un lustro. Cayeron ante la invasión de Estados Unidos y sus aliados en respuesta a los atentados terroristas del 11 de septiembre.

Estados Unidos mantuvo la ocupación militar en el país, llegando a destinar más de 140,000 soldados y 10,000 contratistas simultáneamente (sin contar a las tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte [OTAN]) con dos objetivos primordiales: acabar con la insurgencia militar y construir instituciones afganas para fortalecer la paz.

Desde la muerte de Osama bin Laden, el 2 de mayo de 2011, Barack Obama anunció el retiro gradual de las tropas. Factores como la violencia interna provocada por la insurgencia talibana y el nacimiento del Estado Islámico ralentizaron el proceso.

En vísperas de su reelección, Donald Trump plantó la semilla para ver las imágenes que le han dado la vuelta al mundo hoy en día: personas cayendo de los aviones en desesperación por huir del país. Solicitó al gobierno de Pakistán que el líder talibán Abdul Ghani Baradar, fuera liberado para iniciar los acuerdos de paz en la región

Las causa, la denominada “guerra eterna”, que se convirtió en la campaña bélica estadounidense más larga de su historia moderna, con un gasto militar de más de un billón de dólares en un territorio de 38 millones de habitantes y 652.860 km2, un tercio que el tamaño y población de México, con un saldo de más de 2,500 soldados muertos, 40,000 heridos y 160,000 civiles fallecidos.

Aunque hubo esfuerzos para fortalecer las instituciones del Estado, como la organización de los comicios presidenciales, éstos no fueron suficientes. No hubo una clara estrategia de creación de instituciones en el país, lo que, aunado al retiro de la milicia, dio como resultado que el grupo Talibán (que siempre dominó alguna región de Afganistán) se fortaleciera. En consecuencia, el año 2019 fue el más violento del país. Desde que inició la guerra, se contabilizaron más de 45,000 muertes de miembros de seguridad del Estado.

Fue un resurgir más poderoso que el del ave fénix. Bastaron 11 días para que tomaran la capital y más del 90% del país desde que Joe Biden anunciara el retiro total de sus tropas.

El billón de dólares tampoco se vio reflejado en la defensa del país (según informes del Pentágono, el 60 % de los recursos se usaron para equipar y entrenar al ejército afgano). Es importante destacar que en la capital no se registró un enfrentamiento directo entre el gobierno y los talibanes. De las 180,000 tropas (la fuerza policial incluye 352,000 miembros) con más de 20 años de entrenamiento “por los soldados de élite más poderos del mundo”, no hubo rastro.

Es visible que fue una gran victoria del movimiento Talibán para retomar el poder. Varios fueron los aciertos para lograrlo: 1) no dejar de impartir su doctrina; 2) tener la misión clara; 3) tener mínimo un territorio dominado que les permitiera reorganizarse, y 4) seguir construyendo el espíritu de cuerpo.

En consecuencia, son los puntos débiles de Estados Unidos los que los llevaron a perder el territorio: 1) Más allá de los ejercicios militares conjuntos entre los dos países, no hubo un esfuerzo marcado para que por medio de la vía institucional impartieran la doctrina estadounidense en el país. 2) La misión cambió varias veces, incluso pudo finalizar con la muerte de Osama Bin Laden; pero al no tenerla puntualmente establecida, fue difícil caminar. 3) Si bien pudieron dominar la capital, no preexistió un dominio total en el país que les permitiera neutralizar al enemigo. 4) No se aseguró el fortalecimiento de los valores para que el occidente sumara adeptos.

Ante las críticas por su silencio, el presidente de Estados Unidos, el día de ayer (16-08-2021), declaró en conferencia de prensa:

“Quiero recordarles a todos cómo llegamos a ese momento y cuáles son los intereses de Estados Unidos en Afganistán: Hace más de 20 años que fuimos a Afganistán con objetivos claros: […] asegurarnos de que Al Qaeda no usara a Afganistán como una base desde donde volviera a atacarnos. […] Nuestra misión en Afganistán nunca fue construir una nación. Nunca supuso crear una democracia centralizada y unificada. […] Nuestro interés es, como lo ha sido siempre, prevenir un ataque terrorista en Estados Unidos”.

Ante el fracaso que representó la toma de Kabul para el gobierno de Biden, la mejor alternativa fue la de lavarse las manos y dejarlo en un problema del gobierno local. La desorganización en el proceso de evacuación es evidente y lamentable.

Ojalá pudiéramos afirmar que se trata de un gatopardismo lo que esta sucediendo, en realidad esto no cambió para quedar igual, esto cambió para que 20 años después de quitar del poder al grupo Talibán, ahora regrese más poderoso, con más ambición de poder y a punto de ser reconocidos por dos potencias económicas, China y Rusia.


Ilustración: Dalia


Acerca del autor

Francisco Homero Aguirre Anaya estudió la Licenciatura de Ciencias Políticas y Administración Pública en la Universidad Nacional Autónoma de México. Cursó el diplomado en “Defensa Nacional” de la Escuela Superior de Guerra en Bogotá Colombia; el diplomado de “Historia Militar Mexicana, De La Época Prehispánica A La Actualidad” de la Universidad Anáhuac. En la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, el diplomado de “Análisis de Terrorismo en el Siglo XXI”, y el curso de “Lavado de Dinero y Financiamiento al terrorismo”. Además del Taller Teórico Práctico de “Fundamentos en Seguridad Nacional” por la UDLAP Jenkins Graduate School.

Ha contribuido a la academia con textos sobre las amenazas para el Gobierno, relacionadas a las nuevas tecnologías, en la Revista del Instituto de Administración Pública del Estado de México. Colaboró en uno de los bancos más importantes de México en el área de Prevención de Lavado de Dinero y financiamiento al Terrorismo. Actualmente labora en la Dirección de Seguridad de la empresa Compañía Mexicana de Procesamiento, fortaleciendo los modelos de continuidad del negocio y ciberseguridad.