Cuando era apenas un morrito, mi jefa solía llevarme a un tianguis en Coapa cada dos o tres meses para comprarme ropa. Por supuesto que la ropa era chafa y de una calidad que dejaba mucho que desear, pero era, por lo menos, barata. Como era un desmadre, rompía la ropa en apenas un par de meses; aunque también los estampados se desprendían, las prendas se decoloraban y a los pants les salían unas bolitas de pelusa muy feas. Fue ahí cuando mi jefa y yo aprendimos una de las lecciones que, hasta la fecha, me han acompañado en mis hábitos de consumo: lo barato sale caro. Para la fortuna de mi privilegiada familia, consumir productos baratos y de calidad dudosa era una opción, pero para entre el 7% y 44% de la población en México, puede no ser así.¹

Sí, la banda que más difícil la tiene es a la que más caras le salen las cosas. Cuando pienso en esto, lo primero que se me viene a la cabeza son las empresas bien aprovechadas que se pasan de lanza con sus tiendas dirigidas a las poblaciones con bajos recursos; tal es el caso de Elektra. Un ejemplo: un refrigerador marca Whirpool a la venta en susodicha tienda, que al contado cuesta $12,699, en “pagos chiquitos” (como lo vende la cadena) de 102 pagos semanales de $185 con 10% de enganche, te termina costando $20,139 incluyendo el enganche, es decir, 158% del precio original.² Para poner perspectiva: el salario mínimo en México es de $141 al día, algo así como $4,230 al mes³ y 60.7% de lxs mexicanxs gana de uno a dos salarios mínimos mensualmente.⁴ Así, unx mexicanx promedio debería rifarse entre uno y dos meses de su salario sólo para cubrir lo caro que le sale ser pobre y querer comprar un refrigerador. 

Pero no todo en la vida son refrigeradores, electrodomésticos u otros bienes que se pueden comprar en las sucursales del emporio Salinas Pliego (dueño de Elektra, Banco Azteca, TvAzteca y más). Este problema es tan serio que lxs economistas lo han denominado Trampa de la pobreza o Ciclo de pobreza.⁵ La gente en situación de pobreza se ve obligada a mantenerse en ella (NO, SANTI. LA GENTE POBRE NO ES POBRE PORQUE QUIERE, INCLUSO TU CIENCIA NEOLIBERAL LO PRUEBA⁶) por las dificultades que implica ser pobre; es un círculo vicioso que no se rompe “echándole más ganas.” Según la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares 2018, el 10% más pobre de la población se chuta hasta 55% del total de sus ingresos en comida; la educación vivienda, transporte y salud representan el 42% y sólo el 3% lo pueden dedicar a ahorrar o consumir bienes y servicios.⁷⁸ Ser pobre da menos contactos, menor educación, más gastos, menor salud y, en general, una falta de oportunidades brutal que merma cualquier intento por dejar la pobreza.⁹ Mi jefa tenía razón: lo barato sale caro; ser pobre aun más.

Si estás leyendo esta revista, hay una buena probabilidad de que vivas en Latinoamérica: la región con mayor desigualdad del mundo.10 Eso implica dos cosas: 1) tenemos muchos recursos y 2) no podemos usar esos recursos para nosotrxs mismos. Lo primero porque la región es rica en recursos naturales, industria, cultura, turismo y demás. Lo segundo porque vivimos en una región que administra tan mal las ganancias debido a negligencia y corrupción que las poblaciones más marginalizadas no recibe bienes del Estado. El pueblo sin piernas, pero que camina: una bonita manera de decir que nada funciona como debería en este lugar, pero, por alguna razón, continúa funcionando. 

Pues resulta que nosotrxs, lxs latinoamericanos, somos de lxs pobres en el mundo y sí que nos sale caro. Nos sale caro en un montón de cosas y nos hemos tenido que acostumbrar a lo subóptimo en todas partes, a mucho menos de lo que necesitamos (¿merecemos?). Nos hemos tenido que acostumbrar a que todo nos llegue al final, de mala calidad, más caro o simplemente no nos llegue; a la inseguridad que acecha nuestras vidas en cada calle que nos vemos forzadxs a cruzarla para alejarnos lo más posible de la precariedad material que también nos acecha; a la clandestinidad de virtualmente todo: sistemas de salud, comercio, seguridad social, obras públicas, seguridad físca, presencia y servicios del Estado, funcionamiento de las instituciones, educación pública, vivienda, alimentación y un triste, largo y desalentador etcétera que parece que nomás no se acaba. 

También nos hemos tenido que acostumbrar a la corrupción de gobernantes y la enferma búsqueda de poder que hay detrás de ella; a las ideas europeas o gringas impuestas por la fuerza que lxs occidentales simplemente no entienden que no están hechas para nosotrxs; a que cada tres, cuatro, cinco o seis años rutinariamente un grupo de politicxs autointeresadxs vengan a endulzarnos los oídos para hacernos elegir entre la coalición “va por la corrupción”, la coalición “juntos haremos negligencia,” el “partido acción por el narcotráfico”, el “partido encuentro antiderechos” o “movimiento (del privilegio) blanco”. 

A estas alturas tú, queridx lectorx, preguntarás a estas alturas: “Miguel, ¿qué chingados tiene que ver todo esto con la pandemia? ¿No este cuarto número de la revista trata sobre la pandemia?” Sí y a eso respondería: “aguanta vara, mi queridx y responsable lectorx, que estoy por llegar a ese punto”. Y es que, sobre todas las cosas, a lo que más nos hemos acostumbrado es a esperar lo menos posible de casi todo lo que proviene de las instituciones: a la mediocridad de nuestrxs gobernantes y a morirnos del coraje y frustración por no poder hacer mucho ––la clandestinidad impera y en la clandestinidad lxs más poderosxs (y sus respectivos abusos de poder) llevan el orden del día. 

Nos dijeron que en tres meses ese bicho importado de Wuhan se acabaría y que nos siguiéramos abrazando. Nos dijeron que no había necesidad de usar cubrebocas y que al chile no había que preocuparse, que saldríamos de la pandemia en corto y sin endeudarnos más con el FMI, que se apoyarían a negocios y trabajadorxs, que primero irían lxs pobres. Nos dijeron un chorro de cosas y más de 200,000 muertes después, al parecer sólo no nos hemos endeudado con el Fondo Monetario Internacional, situación que parece motivo de orgullo para el ejecutivo mexicano, aunque simultáneamente nos ha llevado a ser el país emergente que menos recursos ha destinado a estímulos para contrarrestar los efectos de la pandemia sobre trabajadorxs y negocios.¹¹ 

Existe suficiente evidencia para decir que el gobierno de México la ha cagado un montón en la estrategia que contrarrestaría los efectos de la pandemia. Un estudio del caso mexicano realizado por el Instituto de Ciencias de la Salud Globales encontró que algunos de las mayores cagadas cometidos en la estrategia nacional contra el covid-19 fueron: 1) la excesiva concentración de poder en un solo ramo del ejecutivo, que está fuertemente controlado por una sola personas (ya sabes quien, dirían las campañas electorales de 2018); 2) falta de deliberación pública sobre las decisiones relacionadas con la pandemia; 3) la falta de mecanismos que tomaran en cuenta los nuevos hallazgos científicos para las políticas públicas en contra de la pandemia; 4) la politización de aspectos técnicos relacionados con la planeación, ejecución y evaluación de la estrategia contra el covid-19; 5) la marginalización de cuerpos científicos, universidades, Organizaciones de la Sociedad Civil y el sector privado en muchos aspectos de la estrategia contra la pandemia, entre otras.¹² Cabe destacar que, si bien hay muchas condiciones estructurales que ya hacían de México un país súper vulnerable ante la pandemia, todos los errores listados pudieron evitarse, así como muchas de esas más de 200,000 muertes acumuladas. Si me preguntan, terquedad y negligencia pura. 

Estas divagaciones sin una estructura ni propósito fijo más que el de agüitar a la banda que está leyendo esto y al bato que lo escribe, provienen de una serie de eventos más que desafortunados relacionados a nacer en el lugar incorrecto. Ya sea que te maten por manifestarte en contra de una subida de impuestos a productos básicos en medio de una pandemia que mata de hambre,¹³ que te simulen inyectar una vacuna contra el covid-19 aunque en realidad no lo estén haciendo,14 que decidas abiertamente luchar contra la violencia en tu municipio y un par de horas después te asesinen por eso,15 que se te caiga el metro del paso elevado camino a tu casa a punto de llegar a la estación olivos y mueras,16 que quieras tomar un regaderazo para quitarte el sudor por estar trabajando todo el día y no haya agua por sequía y extracción desmesurada de grandes corporaciones,17 que huyas de tu país por la violencia y la falta de trabajo y que al llegar a la “tierra prometida” te separen de tu familia o te violen,18 que personas que nunca se van a preocupar por ti te obliguen a parir a un ser humano aunque te cueste la vida,19 que te quedes ciegx por exigir educación pública20 o que te haya tocado nacer en un país donde es más importante las apariencias políticas que las vidas de sus habitantes; ser pobre y ser latinoamericanx sale caro.