Gastronomía de calle o de cómo los

precandidatos creen que le saben


Por Miguel Vázquez



Inicia algo mínimamente parecido a una época electoral y todos los políticos se ponen a comer tacos en la calle, como lo haría un mexicano promedio: como ellos nunca lo harían de no estar en campaña. Parece surreal ver a los políticos de la tele y de los infinitos espectaculares y bardas en el mercado de la cuadra, usando un mandil para preparar tacos (aunque en un performance, pues claramente no lo saben hacer). Dalí dijo que le enojaba México por ser más surreal que su arte y ya sea por encontrar un funeral con música de banda y una botarga de queso Oaxaca bailando o una candidata intentando jugar fútbol en un barrio en Nuevo León, los miedos del pintor español se siguen cumpliendo.

Desde mediados de junio, época en que se abrió el registro para competir por la Coordinación para la defensa de la Cuarta Transformación y poco después, en julio, para la Coordinación del Frente Amplio por México, dio inicio el bombardeo de imágenes de políticos dándose el necesario “baño de pueblo.” Precandidatos a la precandidatura visitando mercados, comiendo en taquerías callejeras, asistiendo a convenciones de animé, manejando triciclos y siendo mordidos por jaibas son algunas de las municiones con las que nuestra cotidianidad es bombardeada. Y no contamos los rostros de los que ya no podemos huir, plasmados en espectaculares, bardas y automóviles con calcomanías gigantescas –cada uno de los medios más clandestino que el anterior. El objetivo es claro: no dejar de tener presente que se viene “la grande” y que los candidatos a protagonistas ya comenzaron a jugar sus cartas.

Esta época de unas malogradas campañas políticas, sin embargo, tiene una característica importante: es dominada por irracionales adscripciones a la izquierda. Es claro que el partido en turno logró desbalancear la percepción de la opinión pública, pues hasta las dos principales opciones del partido activo más conservador del país, Xóchitl Gálvez y Santiago Creel, se han declarado abiertamente de izquierda progresista. Parece risible pensar que la candidata que adjudica el aumento del salario mínimo a los empresarios, afirma que hay que dar las condiciones para que las mujeres no tengan que recurrir al aborto (eufimismo para no aceptarlo) y está en contra de aumentar impuestos a las 356 familias que tienen más dinero que la mitad de la población del país pueda declararse de izquierda progresista. Más risible todavía que el candidato descendiente del cacique Luis Terrazas,(1) apoyado en 2005 por Fox (el expresidente que se reía mientras llamaba a las mujeres lavadoras con dos piernas) ante su fiasco en la elección interna que definiría al candidato del PAN para la presidencia “defienda a la familia”, pero nunca se hiciera cargo de su propia hija.

No olvidemos que el partido al que pertenecen tanto Gálvez como Creel tiene dentro de sus filas a miembros de la organización secreta de ultraderecha El Yunque, simpatizantes que firmaron La Carta de Madrid, en conjunto con el partido Vox y legisladores antiderechos que constantemente bloquean o atacan iniciativas como la acción de inconstitucionalidad emitida por la Suprema Corte que permite a las personas gestantes de todo el país ampararse contra las leyes que penalizan el aborto en 2021, la iniciativa para permitir el matrimonio igualitario en Tamaulipas en mayo de 2022, o en 2023 el dictamen que despenaliza el aborto en Zacatecas; desde sus documentos básicos, el PAN, partido que descaradamente el 8 de marzo de 2021 se llamó feminista, está en contra de la interrupción legal del embarazo y la eutanasia.

La llegada de Morena y López Obrador al poder han hecho recurrir a la derecha como una alternativa simplemente inviable. Con uno de los mayores niveles de aprobación de un presidente en el país a 5 años de haber ganado la elección (entre 63% y 73%, según los promedios de varias encuestas de Oraculus) y un discurso fuertemente orientado a la izquierda, recurrir al lado contrario sería un suicidio político. Por eso los emanados del partido antiderechos por excelencia han entrado hablando un idioma muy parecido al de Morena, emulando sus estrategias, buenas y malas).

Inicia algo mínimamente parecido a una época electoral y todos los políticos se ponen a comer tacos en la calle. Cuando esto comienza a suceder, me pregunto: ¿qué intentan hacer? ¿Parecerse al pueblo de México?, ¿Intentan imitar a las y los mexicanos promedio a partir de su concepción?, ¿qué pensarán realmente de las y los mexicanos realmente si quieren ganar nuestra afinidad haciendo lo que creen que hacemos: comer tacos en la calle? La teoría clásica de la representación de Manin dice que elegimos a los disímiles; a las personas que menos se parecen a nosotros; pero aquí sucede lo contrario. De López Obrador era creíble, pues es lo que ha hecho toda su vida, pero es muy evidente cuando Sheinbaum, Ebrard, Creel y Gálvez “la fuerzan.” Todes intentando imitar al presidente.

Candidatos con estudios en el extranjero y en universidades nacionales de gran prestigio, posgrados, apellidos en otros idiomas y tonos claros de piel; candidatos que por más que quieran llegar en bicicleta a su registro para la precandidatura presidencial, se van en su camioneta BMW terminado el teatro. A ellas y ellos nunca los encontramos en los lugares que van a hacer campaña en los lugares que quieren parecerse al mexicano promedio; en el oxímoron está el surrealismo. Su presencia en la cotidianidad es un elemento que no cuadra, que hasta se contradice; eso son nuestros candidatos intentando parecerse a la gente que gobernarán y lo intentan con tanta insensibilidad que fallan en el proceso: Creel no sabe nada de paella, Ebrard no sabe preparar tacos, Sheinbaum no come queso de puerco y Gálvez no vive de los tamales.

Ilustración generada con IA

1) Fue gobernador (y en sus propias palabras, según relatos, “dueño”) de Chihuahua y uno de los mayores caciques en la historia del país. Algunas fuentes reportan que poseía más de 2 millones de hectáreas de tierras en Chihuahua.


Miguel Vázquez. Editor de la sección.