La utilidad de las teorías de conspiración


Por Joaquín Castro


Las suposiciones no probadas que buscan explicar o “descubrir la verdad” sobre diferentes sucesos han estado presentes en múltiples sociedades. En el caso de los Estados Unidos algunas de las teorías de la conspiración incluyen la supuesta falsedad de los alunizajes, la serie de elucubraciones acerca de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y las conjeturas sobre maquinaciones de sociedades ocultas para crear un Nuevo Orden Mundial.

Inicialmente estas teorías consistían en suposiciones referentes a hechos particulares e inconexos; sin embargo, elucubraciones más recientes relacionan varios eventos en un único relato general, que ha adquirido la narrativa de una lucha entre héroes y villanos.¹

Al centro de las más recientes teorías de la conspiración se encuentra la pelea entre una supuesta élite oculta y Donald Trump quien, de acuerdo con estas creencias, se encuentra del lado de la población y esta eternamente a punto de realizar arrestos masivos en contra de aquellos que han dañado al pueblo norteamericano. Discursos como éste reducen la complejidad de lo social a una sencilla dicotomía, lo cual trae consigo consecuencias en la realidad que tan fácilmente simplifican.

El asalto al capitolio que tuvo lugar el 6 de enero de 2021 en los Estados Unidos estuvo protagonizado por un variado conjunto de inconformes con la elección de Joe Biden. Uno de los muchos símbolos presentes fue la letra Q, que hace referencia a la teoría conspirativa ya mencionada en la que el expresidente es el protagonista, y los antagonistas son personas tanto reales como imaginadas. Por un lado todo aquel que se oponga a Trump y por el otro una elite satánica que lo controla todo,² mientras que un supuesto alto mando del gobierno con nivel de autorización Q³(de ahí el nombre) divulga la lucha que secretamente libran ambos bandos.⁴

En el fenómeno “Q” están presentes los tipos sociales del héroe y el villano, que son formas de representar “tipos de desviación de la conducta”.⁵ El héroe es relacionado con hazañas extraordinarias mientras que el villano se vincula con intenciones maliciosas.⁶ Trump es visto por los seguidores de Q como el “héroe” que les salvará de los “villanos” del “Estado profundo” y los políticos que le sirven como Hillary Clinton.

El fenómeno “Q” es reciente, tuvo su origen en 2017, cuando por medio de una plataforma en internet llamada 4chan, un usuario identificado como Q, publicó que el arresto de Hillary Clinton estaba próximo. Aun después de haberse evidenciado la falsedad de esa afirmación, Q continuó ganando seguidores e incorporando otras teorías de la conspiración a su repertorio.⁷ Esta teoría de la conspiración es conocida como un todo con el nombre QAnon, en su interior articula otras creencias populares del tipo conspirativo, creando así un relato global y cohesionada.

Aunado a su crecimiento en seguidores y complejidad, QAnon ha adquirido elementos con matices religiosos, por ejemplo la espera de un venidero “Gran Despertar”.⁸ Más aún, QAnon tiene ya un número mayor de seguidores de los que el adventismo o el mormonismo tuvieron durante los años iniciales de su existencia en Estados Unidos.⁹

Al mismo tiempo, QAnon sobrepone sus imaginaciones a eventos y figuras reales de la política norteamericana, en especial al expresidente Trump, quien al ser cuestionado en múltiples ocasiones sobre su posición al respecto, contestó con evasivas, permitiendo que QAnon continuara colocándolo al centro de su entramado de rumores y teorías, aprovechando el fanatismo y la creencia en información falsa para beneficiarse políticamente.

Trump contribuye así a la preservación de las teorías de la conspiración, aunque se trate de falsedades. Con ello alimenta a un grupo de fanáticos que se alejan cada vez más de la realidad y que colocan sobre su figura, y sobre la realidad en general, una narrativa que no se corresponde con los hechos. Sus motivos son completamente personalistas. Muy probablemente no cree en las conspiraciones que han inventado estos grupos, pero las incentiva y usufructúa el culto que le rinden.

Estas invenciones convertidas en creencias, le permiten a Trump contar con leales e incondicionales. Por otra parte, una consecuencia colateral de su aprobación tácita de esas creencias es el crecimiento del grupo radicalizado y fanatizado. Estos grupos existían antes de que Trump asumiera la presidencia de los Estados Unidos, y no lo involucraban, pero al intentar alcanzar sus objetivos los ha alentado y dotado de creciente seguridad. Ya sin Trump en la presidencia el grupo continua y se transforma independientemente de él.

La creación de narrativas que no se corresponden con los hechos es un fenómeno altamente peligroso, estimula y aprueba la negación de sucesos reales. Da lugar a una alternativa a la realidad. Dentro de esta realidad, individuos como Trump dominan y pueden prosperar, ya que se trata de un mundo creado a su medida, avalado por ellos mismos y con fines que les resultan beneficiosos

Las falsas expectativas sobre las acciones que tomaría el líder de un movimiento, inevitablemente se encuentran con su ausencia. Ello puede desencadenar desilusión y rechazo, o bien pueden encontrarse pretextos para la ausencia de soluciones, que invariablemente justificarán la ausencia de los resultados esperados. Lo más peligroso es que esto último es lo que llegan a creer las personas que comparten una narrativa fantasiosa: se separan de la realidad.

El papel de Trump fue envalentonar irresponsablemente con fines políticos una potencial amenaza a la democracia en su país; puesto que los seguidores de Q se entremezclan con grupos armados que también estuvieron presentes en el asalto al capitolio estadounidense. Grupos paramilitares como el “movimiento boogaloo”, los “oath keepers” y los “three percenters”, así como grupos que utilizan tácticas violentas con fines políticos como los “proud boys” caminaron junto a los seguidores de Q.

Las tácticas divisivas de Trump contribuyeron a la fractura de la sociedad norteamericana en bandos, así como a la demonización de unos y su enaltecimiento personal. Se posicionó como el “héroe” de su propio discurso, distinto en todo sentido a la clase política a la que frecuentemente tildó de “pantano”. En sus ataques y alardes desvirtuó tanto su imagen como la de sus adversarios, encasillando a ambos en concepciones fantasiosas que se corresponden más con estereotipos o personajes de la imaginación popular que con personas de verdad, como es el caso con los tipos sociales cuyos mejores ejemplos se hayan con mayor facilidad en el folklore.[1]

La simplificación y la segmentación, al ser utilizadas como estrategias, caricaturizan y desvirtúan a los actores sociales, merman la calidad del debate público y relegan la discusión productiva un segundo plano del que le es imposible salir una vez que todo se ha vuelto blanco y negro, bueno o malo, “pro” o “anti”. El daño puede ir más allá del momento político y profundizar grietas ya existentes, ese es el peligro del reduccionismo.

Ilustración: Nirvana

Referencias:


(1) Klapp, O. (1949). The Fool as a Social Type. American Journal of Sociology, Vol. 55, p. 157

(2) Rozsa, M. (2019). QAnon is the conspiracy theory that won't die. enero 28, 2021, de salon https://www.salon.com/2019/08/18/qanon-is-the-conspiracy-theory-that-wont-die-heres-what-they-believe-and-why-theyre-wrong/

(3) Rothschild, M. (2018). Who is Q Anon, the internet's most mysterious poster? enero 28, 2021, de The Daily Dot https://www.dailydot.com/debug/who-is-q-anon/

(4) Bump, P. (2018). Why the QAnon conspiracy is the natural culmination of the Trump era. enero 28, 2021, de The Washington Post. https://www.washingtonpost.com/news/politics/wp/2018/08/01/why-the-qanon-conspiracy-is-the-natural-culmination-of-the-trump-era/

(5) Klapp, Orrin. (1954). Heroes, Villains and Fools, as Agents of Social Control, American Sociological Review, Vol. 19, p. 57

(6) Ibíd p. 56-57

(7) LaFrance, A. (2020). The Prophecies of Q enero 28, 2021, de The Atlantic. https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2020/06/qanon-nothing-can-stop-what-is-coming/610567/

(8) Ibíd

(9) Ibíd


Joaquín Castro. Editor de la sección.